La planta del cannabis contiene numerosos compuestos diferentes (se han descrito más de 480), y al menos 100 de esas sustancias son exclusivas de la planta y por esa razón se denominan fitocannabinoides. Los más abundantes y conocidos hasta la fecha son el tetrahidrocannabinol, o THC, y el cannabidiol, o CBD.
Socialmente las cepas con alto contenido en CBD son designadas como cáñamo y las de THC cómo marihuana. Sin embargo, esta diferencia es poco eficaz a nivel botánico, ya que la planta es mucho más compleja y cada cepa contiene diferentes concentraciones tanto de CBD y THC, cómo de otros cannabinoides menos abundantes pero no menos importantes. Uno de los más estudiados hoy en día y que está causando muy buena expectación es el Cannabigerol o CBG
¿Qué es el CBG?
Descrito por primera vez en 1964 por Gaoni y Mechoulam, el CBG es uno de los cannabinoides menos estudiados debido a su baja presencia en la planta del cannabis (en torno al 1%). Sin embargo, la importancia de este compuesto es crucial para la síntesis de otros cannabinoides.
Todos los cannabinoides presentes en la planta del cannabis derivan del ácido cannabigerólico (CBGA), que es la forma ácida del CBG. A medida que la planta madura, el CBGA es convertido por las enzimas de la planta en tres principales precursores cannabinoides:
el ácido tetrahidrocannabinólico (THCA)
el ácido cannabidiólico (CBDA)
el ácido cannabicroménico (CBCA)
El CBD y el THC no se encuentran como tal en la planta. Para convertir el CBDA y THCA en CBD y THC respectivamente, debemos calentar el material para que se produzca un proceso químico conocido como descarboxilaxión, que consiste en la pérdida de una molécula de CO2. [1]
A partir de las cantidades de CBGA que no se convierten en estos precursores, o en cualquiera de los otros cannabinoides menores, se forma el CBG también mediante descarboxilación.. Esto explicaría el bajo contenido de CBG en comparación con los compuestos que se originan a partir de él y el porqué sus mecanismos de acción eran hasta hace poco desconocidos.
Sin embargo, los cultivadores de cannabis pueden jugar con los niveles de cannabinoides en sus plantas mediante la cría selectiva. Además, mediante ingeniería genética, se han conseguido inactivar las enzimas encargadas de esta conversión, permitiendo la selección de variedades de plantas con alto contenido en CBG, posibilitando su estudio y convirtiéndolo en una molécula con un gran potencial terapéutico. [2]
Un método más sencillo para preservar el CBG es simplemente cosechar las plantas tempranamente antes de que hayan tenido la oportunidad de convertir el CBG en otros cannabinoides.
CBG:
Receptores CB1 y CB2
Los receptores CB1 están localizados en el sistema nervioso central, en áreas relacionadas con funciones cognitivas, memoria, ansiedad, dolor, percepción sensorial, etc. [3] Por otro lado, la activación de los receptores CB2 es la responsable de las propiedades inmunomoduladoras del CBG. [5]
Receptores TRPV
Estos receptores son mediadores de una gran variedad de funciones celulares como la iniciación del dolor, la termorregulación, la inflamación, entre otras. [4] El CBG inhibe el receptor TRPV8 y estimula la actividad de los receptores TRPV1, TRPV2, TRPA1, TRPV3 y TRPV4. [6]
Receptores 5-HT1A
Se encuentran principalmente en el sistema nervioso central, y están implicados en procesos como la ansiedad, adicción, apetito, sueño, percepción del dolor, náuseas y vómitos entre otros. [5] El CBG ha demostrado estimular la actividad de estos receptores. Este hecho está relacionado con el efecto ansiolítico, antidepresivo y neuroprotector del CBG. [5]
¿El CBG coloca?
Al igual que el CBD, el CBG no es psicoactivo. Para que un cannabinoide produzca efectos psicoactivos debe activar los receptores CB1. El CBG interactúa con este receptor de forma muy limitada, estimulandolo hasta un punto en el que no causa estos efectos. De hecho, puede contrarrestar los efectos psicoactivos del THC cuando se consumen de forma simultánea.
Todo ello hace que el CBG resulte muy atractivo a nivel terapéutico, ya que el efecto psicoactivo puede considerarse un efecto secundario indeseado.
¿Se puede combinar el CBG con el CBD?
Además de no tener efectos psicoactivos, el CBD y el CBG comparten muchas propiedades terapéuticas las cuales pueden actuar de forma sinérgica si se utilizan en forma conjunta y ofrecer un efecto más beneficioso respecto a cuando se utilizan por separado.
Esta cooperación entre varios componentes de la planta del Cannabis para obtener un efecto más potente se denomina efecto séquito o sinérgico.
Por ejemplo, tanto CBD como CBG tienen un efecto neuroprotector. Sin embargo, el CBG lo consigue estimulando la producción de unas proteínas llamadas BDNFs, mientras que el CBD actúa elevando los niveles de anandamida, un neuroprotector que modula los receptores CB1. Por tanto, aunque son diferentes en varios aspectos, CBD y CBG podrían ser una gran combinación si se consumen juntos.
Actualmente en España está permitido el cultivo y la comercialización de productos derivados del Cannabis, siempre y cuando contengan menos de un 0,02% de THC.
Sin embargo es poco frecuente, aunque posible, encontrar formatos como el aceite de CBG, crema o bálsamos enriquecidos con CBG y otros cannabinoides.
Conclusiones
Por el momento sabemos que una de las claves para su efectividad reside en su combinación con otros cannabinoides y componentes de la planta (terpenos, flavonoides, etc.). Pero todavía queda mucho por conocer sobre la madre de los cannabinoides, mientras la ciencia del Cannabis crece, permaneceremos atentos y a la escucha de lo que esta planta puede hacer para mejorar la calidad de vida de personas de todo el mundo.
Referencias:
Degenhardt F, Stehle F, Kayser O. The Biosynthesis of cannabinoids. En Handbook of Cannabis and Related Pathologies. 2017, Pages 13-23.
S Deina. Potential Medical Uses of Cannabigerol. A Brief Overview. En Handbook of cannabis and related pathologies. 2017, Pages 958-967.
Biotecnóloga | Especializada en comunicación científica
Nuria Chamorro Dia
Licenciada en Biotecnología con especialidad en Salud por la Universidad Politécnica de Madrid, tras una estancia de un año en la Universidad de Helsinki, donde cursó diversas asignaturas del Máster en Neurociencia e Inmunología Avanzada. Tras una estancia de seis meses en la Universidad de Helsinki estudiando la regulación metabólica en procariotas, regresó a Madrid para realizar un máster en Periodismo y Comunicación Científica en la Universidad Carlos III.
Ha trabajado en diferentes proyectos como divulgadora científica, generando contenidos para el gran público y profesionales en diferentes áreas de la ciencia (salud, ecología, nanotecnología, biología sintética, etc.).
Actualmente trabaja como redactora científica para una empresa de comunicación, HealthCare, produciendo y revisando contenidos de información médica y farmacéutica. Las áreas terapéuticas con las que trabaja son: vacunas, oncología, inmunología y VIH.
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