Si tuviéramos que darle una definición sería: todos esos signos y síntomas asociados al consumo de bebidas alcohólicas en exceso, siempre que no se llegue al coma etílico o la muerte. Esta situación insalubre es el pan de cada fin de semana para muchos jóvenes (y no tan jóvenes), y es que el consumo de alcohol ha aumentado de manera notable durante las últimas décadas. Esto ha dado lugar a muchas investigaciones sobre los mecanismos fisiopatológicos que producen la toxicidad del alcohol, además de los efectos del consumo crónico y el síndrome de abstinencia. A pesar de todas estas investigaciones, poco se ha escrutado realmente sobre la resaca, guayabo o como se le conoce a nivel médico veisalgia (del noruego kveis, intranquilidad después de una bacanal y del griego algia, dolor)(1).
- La resaca se produce directamente por el alcohol que contienen algunas bebidas, pero hay otros componentes en estas que pueden contribuir a empeorar los síntomas. Estos componentes, conocidos como congéneres son sustancias que contribuyen al olor y al sabor de las bebidas alcohólicas y se suelen encontrar en mayores cantidades en bebidas alcohólicas oscuras como el whisky americano (bourbon). Entre estos congéneres encontramos aldehídos, ésteres, alcoholes superiores y ácidos. Además podemos encontrar congéneres en el vino, destacando los sulfitos que se usan como conservantes y pueden producir dolor de cabeza en algunas personas sensibles a estos (2).
- Deshidratación: el alcohol inhibe la liberación de vasopresina, una hormona producida por el cerebro que envía señales a los riñones para que retengan líquidos. Como consecuencia, el alcohol aumenta la frecuencia para orinar y la pérdida excesiva de líquidos. La deshidratación leve resultante probablemente contribuye a los síntomas de resaca como sed, cansancio y dolor de cabeza (2).
- Hipoglucemia: cuando bebemos alcohol el hígado necesita metabolizar para que pueda ser eliminado. Este proceso hace que el hígado deje de liberar glucosa, dando como resultado una disminución de los niveles de azúcar en sangre (hipoglucemia). Los síntomas asociados son sudoración, hambre, irritabilidad y cansancio o debilidad (3).
- Interrupción del sueño: aunque las persona puedan dormirse como facilidad después de consumir alcohol, este sueño es de poca calidad y no llegan a la fase REM. Esto provoca un sueño no reparador y poco profundo, lo que hace que se despierten antes con cansancio (2).
- Irritación gastrointestinal: el alcohol irrita directamente el revestimiento del estómago y aumenta la liberación de ácido, lo que puede provocar náusea y malestar estomacal (2).
- Toxicidad por acetaldehído: el alcohol se metaboliza en el hígado y el estómago por una enzima llamada alcohol deshidrogenasa. Esta enzima convierte el alcohol en acetaldehído, un subproducto tóxico y de corta duración que contribuye a la inflamación generalizada del organismo (2).
- Abstinencia leve: después de un consumo agudo de alcohol, se puede generar cierta dependencia lo que daría a lugar a un pequeño síndrome de abstinencia. Esto produciría ansiedad e inquietud, ya que se anhela el efecto del alcohol (2).