Tendinitis: causas, síntomas y rutinas para mejorar el dolor

Tendinitis: causas, síntomas y rutinas para mejorar el dolor

La tendinitis es una molestia común en personas activas, trabajadores manuales y quienes realizan movimientos repetitivos en su día a día. Aunque suele confundirse con dolores musculares o articulares, su origen está en los tendones, esas estructuras firmes que unen el músculo con el hueso y permiten mover las articulaciones con fluidez. Cuando un tendón se sobrecarga, lo comunica a través de sensaciones muy características que conviene aprender a escuchar.

¿Qué es exactamente la tendinitis?

La tendinitis es una irritación del tendón causada por exceso de uso, mala técnica en ciertos movimientos o aumentos rápidos de actividad. Los tendones son resistentes, pero también tienen menos riego sanguíneo que el músculo, por lo que tienden a reaccionar de forma más evidente ante la sobrecarga. Esto explica por qué suele aparecer en zonas que hacen movimientos repetitivos, como hombros, codos, muñecas, rodillas o tobillos.

¿Por qué aparece esta molestia?

El origen de la tendinitis puede ser tan simple como repetir un mismo gesto demasiadas veces. Es habitual en personas que escriben mucho, cargan peso, practican deportes de impacto o utilizan herramientas manuales durante horas. También puede aparecer tras incrementar la intensidad del entrenamiento sin permitir un periodo de adaptación. La postura diaria, especialmente cuando se trabaja frente a un ordenador, puede generar tensiones que desembocan en sobrecarga tendinosa.

Cómo reconocer sus señales

La tendinitis suele manifestarse como un dolor localizado en la zona del tendón. No es un dolor profundo ni difuso: es preciso, mecánico y aparece sobre todo al realizar ciertos movimientos. Puede haber rigidez por la mañana, sensibilidad al tacto o molestias al cargar peso. El patrón típico es claro: el dolor aumenta al usar la articulación implicada y disminuye con descanso relativo.

Cómo acompañarla desde el bienestar

Acompañar una tendinitis implica reducir temporalmente los gestos repetitivos que la provocan. Muchas personas encuentran alivio sensorial con masajes suaves en la musculatura cercana, movilidad controlada y pausas activas a lo largo del día. Tras esfuerzos intensos, el frío moderado puede ayudar a generar una sensación de confort en la zona. Recuperar hábitos de movimiento adecuando la técnica y la postura puede marcar una gran diferencia en cómo evoluciona la molestia.

Rutinas de bienestar que ayudan

Pequeñas acciones cotidianas pueden acompañar el bienestar del tendón: estiramientos suaves, movilidad sin dolor, respiraciones profundas para liberar tensión y descanso activo cuando la articulación lo pide. Caminar, mover el cuerpo de forma suave y evitar largos periodos en una misma postura ayuda a mantener la zona más cómoda.

Conclusión

La tendinitis es la manera que tiene el cuerpo de recordar que los tendones también necesitan pausa. Escuchar esa señal, ajustar los hábitos y acompañar la zona con movimientos suaves y conscientes puede mejorar la sensación diaria de manera significativa.